Una vez finalizado el verano se despierta el instinto reproductivo de los ciervos. Los machos en edad adulta emiten unos sonidos característicos conocidos como la «berrea», con el objetivo de atraer a la hembra mostrando valía con respecto a los demás machos. Los machos grandes luchan entre sí, en una especie de ritual. Los vencedores suelen ser los ejemplares mejor dotados y de esta forma se garantizan aparearse con el mayor número de hembras posible.
Este ritual de sonidos y luchas tiene lugar desde mediados de septiembre hasta mediados de octubre por todas las dehesas de Extremadura y se le conoce como lance de la berrea del ciervo. Todo un espectáculo natural que vale la pena vivir al menos una vez en el Parque Nacional de Monfragüe, donde puede haber una población estimada de entre 14.000 y 15.000 ejemplares. También se pueden encontrar más al norte hacia la comarca del Valle del Jerte.
Después de días de luchas, los machos vencedores son los que atraerán a un mayor número de hembras que formarán parte de su harén y comienza el proceso de apareamiento tras el cual, unos ocho meses más tarde, alrededor del mes de mayo, nacen los cervatillos o jabatos, que no se despegarán de sus madres hasta el siguiente parto.
Normalmente, la mejor hora del día para contemplar la berrea suele ser al caer la tarde y ya entrada la noche, que es cuando los ciervos salen a los claros de los montes y zonas abiertas. Cabe decir que los días nublados o con lluvia también son apropiados. Finalmente, es recomendable utilizar los servicios de empresas especializadas ya que ofrecen servicios de guía y organizan salidas para la observación de la berrea. Puede ser una opción interesante si no disponemos de mucho tiempo y queremos ir sobre seguro.